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Utopía distópica

Cansada de vivir en la verídica distopía de este mundo. Nadie parece creerse de verdad que sea posible cambiarlo, o actuar en base a la decisión voluntaria, por iniciativa o deseo de hacerlo. A ver si empezamos ya a ver la cercanía a la utopía como una opción más allá de lo deseable, realizable. ¿Será que después de todo, podemos escoger cambiar la “realidad”? o, ¿lo que en verdad escogemos, hasta cierto punto, es la valoración que le damos a la misma. ¿Sea, por ejemplo, “Bella” o “Detestable”; “Posible” o “Imposible” de “Soportar”? Sea como sea, al final, terminamos aquí, viviendo y siendo parte de ella de algún modo. A menos que decidamos romperla, o rompernos. Vivir a pesar de los múltiples quiebres... Y, alternar de forma consciente entre una y otra, hasta aprenderlo todo de ambos lados, en esta utopía distópica... Si se tienen ambas a la vez, acoplándose, interceptadas, quizá se llegue a un punto medio real. 

Un flujo de vida andante.

Tarde o temprano te topas con una canción, una voz que no quieres dejar de escuchar o no quieres deje de sonar. Te topas con una película, un libro, un plato o un café que no quieres llegue al final. Quieres que se mantenga eterno, como en un bucle en el tiempo. Una y otra vez el mismo ciclo en infinito. Pero sabes, en el fondo, que está pasando. Se está acabando. Y otro de pronto está llegando. Porque si se repite, todo igual, deja de ser especial. Salta del bucle, rompe el ciclo. Abre paso al cambio infinito. Sigue pasando, sigue avanzando Lo sabes, lo sientes, lo entiendes: Todo.  Ahora mismo, estás vivo. En un flujo de vida andante.

Encuentros de agua y viento.

I: En la tormenta se encuentran el agua y el viento Mi frío, tu silencio. Tu fresco fluyendo, mi espesor cediendo.  Todo resulta cómodo, con dulzor, espléndido. II: De la lluvia a solas con el viento El frío en las gotas de lluvia, El frío en la densidad del viento, se encontraron con el silencio solitario que acompaña a todos por un rato. En el encuentro, se cruzó la deriva. En la deriva se arropó el delirio. En el delirio les aconsejó asirse con la solución de pensarse finalmente, tocarse. Abrazados Hallados En la locura De la lucidez Danzando. III: Una tormenta fue más que suficiente para encontrarse por completo En la tormenta no solo se hallaron El agua con, Su frío. El viento con, Sus discretos silbidos. Hay más que sólo frío, más que sólo vacío, más que solamente silencio. Aunque para ser sinceros, por sí solos son perfectos .

Nubes sin forma, flores que bailan sin que nadie lo pida.

Y oí que hoy, las nubes no tenían forma alguna. Solo fluían y ya. Me lo contaron el viento y las hojas. Las ramas de los árboles levemente asintieron. Entonces, alcé mi rostro y ahí estaban, amorfas, las nubes sobre mí, sonriendo y haciendo, alguna que otra morisqueta. Sin quedarse nunca quietas, así son ellas.  ~ Las nubes sin forma, fluían. ~ En el silencio, en un susurro o en un silbido. De todas formas podían contarme historias las flores y la yerba. Podían cantar canciones, o no cantarme nada. Pero aunque no hablaran, eso sí, siempre bailaban.  ~ Las flores bailaban, sin que nadie se lo pidiera. ~

"La vida es un soplo", dicen. Yo digo que son varios.

Soplos que cantan; los soplos que callan: I El soplo de... La vida naciente Al amanecer, sonriéndonos. II El soplo de... La vela de cumpleaños En la calidez, cantándonos. III El soplo del... Lento suspiro En la soledad, encontrándonos. ¿Cuándo Inhalaste, Exhalaste, Emprendiendo la fuga Miraste, por última vez, callaste? IV Al soplo del viento Espero Nos lleven los miedos, aprietos. Liberándonos los frenos Al sufrimiento apegado, En paz despido. En honor a nuestro compañero José Alberto Arreaza. @josearreazah Sí, la vida se resume en soplos. A veces, la realidad suena a la más pura e increíble ficción. Un "mal sueño." Y quizá lo sea. Recibido seas en las infinitas fluctuaciones Del universo recóndito. Disparatada fiesta la que te espera. Libre seas.

El piloto que agarró al Sol de nave.

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El 24 de octubre la casa más animada y transitada de la familia, esta vez se hallaba entre un montón de flores, arreglos, velas y banderas. –¿Qué es esto?¿Qué están haciendo aquí? –Dijo él–. Pero todos seguían ahí, parados llorando, buscando entre todos sin mirar a nadie. ¿Por qué será que hacemos todos estos actos? Ni siquiera nos creemos lo ocurrido, nadie se lo había tragado, pero ahí estábamos, intentando obligarnos a aceptar algo más que un grave relato. Un sueño colectivo, pesadilla sin precedentes, nada más inverosímil que esta ficticia realidad, obra de escritores retirados, de todo tacto ausentes. El clima a cada minuto parecía hacerse más pesado. Un grisáceo perenne, un abismo incesante de calor húmedo nos recorría cada fibra del cuerpo. Podía respirarse en todos lados. Estaba ahí. En cada rostro conocido y desconocido, se creaba un sentimiento. Conectándonos, nos tocamos el alma sin saberlo, fuera del intelectual entendimiento, sin palabras. La vida le contenía. Ahí ent